viernes, 12 de septiembre de 2008


Borroso y gris. El recuerdo del lugar propio. El instante en que uno le pone su nombre, su temblor. Puede quedar sólo una latente aguada de miles de días de anclar la vista en ese centímetro y medio de sombra que produce él sobre ella; o el reflejo del rostro deforme al acercarse para ver ese centímetro y medio. Y uno lo piensa a la distancia según el pasado, según uno en el pasado.

2 comentarios:

Val dijo...

Un placer leer estas lineas...las pinturas son tuyas?
Saludos

carolina dijo...

hola, perdón por la demora sí las pinturas son mías y un gusto